En abril de este año cerró uno de los museos más icónicos que tuvo Mazatlán, el único que trataba su historia de esplendor a finales del siglo XIX y principios del XX, por la falta de afluencia de los mismos mazatlecos y, a la vez, por la poca promoción turística que tienen estos edificios culturales, es un momento oportuno para recordar lo que Mazatlán ganó durante las últimas décadas del siglo pasado cuando reconquistó las viejas calles de su centro histórico.
Mazatlán tiene el honor de poseer y haber rescatado una extensión histórica incomparable con otros puertos en la costa mexicana del Pacífico, el único en ofrecer, además de playas y festivales, verdaderas muestras arquitectónicas y artísticas de una grandeza pasada. Aún nos quedan muchos de estos rincones reanimados en ese renacimiento que vivió el puerto en los años de 1980 y 1990, rincones que los mazatlecos debemos defender del abandono y el olvido al que, desgraciadamente, cayó la Casa Machado.
1. Plazuela Machado
Desde su establecimiento en 1837, la primera plazuela del puerto ha contado con muestras del genio artístico de los mazatlecos y sus visitantes. Ya en 1864, al iniciar la intervención francesa en el puerto, existía una banda militar que tocaba serenatas en su quiosco, lugar en que después se ubicaría la banda de los hermanos Mora, donde Enrique Mora compondría su famoso vals Alejandra. En 1898 se vivió aquí el primer desfile del primer carnaval oficial del puerto, repitiéndose tal función en las siguientes décadas. Desde que fue rescatada del olvido en la década de 1980, junto con los edificios que la rodean, ha sido una de las sedes principales de ferias del libro y festivales de arte, el escenario al aire libre más tradicional de Mazatlán.
2. Teatro Ángela Peralta
Cuando en 1992 fue reabierto este templo cultural, el más icónico del puerto, en la presencia del presidente de la república, quién lo había declarado Patrimonio histórico de la nación un par de años antes, el edificio ya contaba con más de un siglo de existencia y tres inauguraciones en su haber: la primera en 1874, cuando aun no se encontraba terminado, la segunda en 1881, llamándose teatro Rubio en honor a su difunto promotor. En el siglo XX, antes de su abandono en 1964, también fungió como foro cívico, salón de bailes de carnaval, arena de boxeo, de lucha libre y cine, esto último ya con el nombre de Ángela Peralta, en honor a la cantante que falleció en el vecino hotel Iturbide en 1883, sin poder presentarse en él.
3. Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción
Entre las varias décadas que tardó en construirse, de 1856 a 1899, la aun inacabada catedral del puerto adquiriría en 1889 su órgano francés Cavaille-Coll, siendo hasta hoy el único conservado en todo México, para muchos su joya más preciada. Desde entonces grandes conciertos sacros, corales o meramente instrumentales, se han presentado entre sus resonantes paredes, haciendo retumbar el alma de los paseantes. En 2010 el órgano fue restaurado, promoviendo con ello un resurgimiento pleno en la utilización escénica de la catedral, que incluso ha albergado algunas presentaciones menos dogmáticas en pos del arte musical que es capaz de proyectar hacía los presentes, estén o no dentro de sus muros.
4. Glorieta Sánchez Taboada
También conocida simplemente como El Clavadista, en honor al espectáculo que desde la década de 1960 ha tenido lugar en esta explanada, para gusto de los turistas y tradición de los mazatlecos. Construida a principios de los años 1920 por idea de Jorge Claussen, el mismo hombre que proyectó el paseo sobre el que se ubica y que lleva su nombre, como un sitio de recreo, toma su nombre actual tras la muerte del Secretario de marina en 1955. La plaza cívica, el gran zócalo del puerto, con su asta bandera de cincuenta metros y el monumento a Benito Juárez en un extremo, es un escenario al aire libre aprovechado tanto por artistas callejeros como festivales de música, danza y teatro que anualmente se celebran en el puerto.
5. Teatro Antonio Haas
En 1961, cuando los cines se abrían con paso fuerte en el puerto y el antiguo teatro Rubio estaba a pocos años de ser abandonado, se inaugura el teatro del IMSS con Mujeres, obra de Antonio Haas, uno de los mazatlecos más prominentes del siglo XX, que en esa misma decada dejaría su huella en la reinvención de los Juegos Florales, con el premio Mazatlán de literatura, así como en la posterior recuperación del teatro Ángela Peralta. No es de extrañar que este teatro, el segundo más importante del puerto con presentaciones de teatro, danza, música y diferentes festivales y conferencias, el único espacio cultural que tuvieron los mazatlecos durante varias generaciones, tome el nombre de tan reconocido escritor y filántropo.
6. Museo del Mar
El primer museo que abrió en Mazatlán, varios años antes de que los inversionistas y autoridades miraran hacía la machado y sus alrededores, fue el de conchas y caracoles en 1979 y el cuál, desde su inauguración se asemeja más a un mercado que a una muestra estudiada de la flora y fauna marina. Tendría que pasar un año, con la apertura del Acuario Mazatlán, para que en su interior se dedicará un espacio específicamente a esta tarea, que aunque se cuenta como una atracción más del acuario, junto con sus peceras y jardín botánico, por si solo cumple con el requisito que al menos un museo porteño debe cumplir: el educar y concientizar a la población sobre las especies con las que compartimos el mar.
7. Museo Arqueológico
En medio de la gran empresa que fue la recuperación del centro histórico porteño, antes de terminar sus obras el teatro Ángela Peralta, a una cuadra de Olas Altas se abriría en 1989, promovido por el reconocido historiador Miguel Valadés, un museo con objetos encontrados de la época prehispánica en la región sur del estado. El edificio en el que se ubica fue construido a principios del siglo XX y fue utilizado en un principio como estación de carretas, tal vez las típicas arañas del corrido, después como gimnasio de boxeo y finalmente se concentraban en su acera unos comerciantes que vendían oro. La pieza más conocida que alberga el museo es su Jorobado de la náutica, escultura de barro con sesenta centímetros de altura.
8. Estadio Teodoro Mariscal
Inaugurado en 1962, la casa de los Venados de Mazatlán, que lleva el nombre de su fundador y principal promotor para la construcción de su estadio, con un aforo de doce mil personas ha albergado en su campo, además de campeonatos nacionales e internacionales de beisbol, algunos de los conciertos más grandes que ha tenido el puerto. Desde 1992, cuando se celebraron por primera vez aquí los Juegos Florales del carnaval, con la coronación de la soberana de estos juegos, el estadio ha sido una de las sedes más recurrentes en los programas de la máxima fiesta mazatleca, desde inauguraciones, coronaciones, clausuras y espectáculos musicales, como aquel que fue transmitido en 1993 a nivel nacional.
9. Museo de Arte
Como parte de las remodelaciones del centro histórico que siguieron en la década de 1990, una finca construida en 1898 por el agente naviero Pablo Hidalgo, reutilizada a lo largo del siglo XX como almacén, oficinas militares y de gobierno, taller de diferentes periódicos y hasta boliche, fue reinaugurada en 1998 como Casa de la Cultura, conservando en la actualidad los talleres de artes y presentaciones de obras escénicas, musicales y literarias que se comenzaron a ofertar en su apertura. Con el tiempo se le agregarían dos salas de exposiciones, una permanente llamada Antonio López Sáenz, en honor al reconocido artista plastico del puerto, y otra temporal, dándole su actual denominación.
10. Museo Casa Haas
Cerrando el listado se encuentra el más joven de todos los espacios culturales del puerto, que aun después de cinco años de instalaciones y adecuación, e incluso de presentaciones, no parece estar terminado. El que sería el Museo del Carnaval se convirtió en un foro sede del Instituto de Cultura de Mazatlán, en una especie de escenario intimista para obras artísticas y veladas literarias en la casa familiar del ya mencionado Antonio Haas, quien dejó dicho que esta finca decimononica debía pertenecer al puerto para la elaboración de un museo carnavalero. Sus deseos fueron respetados dentro de las posibilidades del ayuntamiento, que tienen en este nuevo espacio una gran oportunidad para resurgir la obra de su antiguo dueño.
Además de los ya mencionados, Mazatlán cuenta con una serie de foros y museos algo curiosos como la casa donde nació Pedro Infante, cuyo interior se encuentra tapizado por fotografías personales y publicidad de sus películas, amenizado por las canciones que grabó por supuesto; o aquel museo dedicado al producto más representativo del puerto a nivel internacional, ubicado en la cima de su fábrica después del centenario de su creación en 1900, la cervecería Pacífico también tiene su nicho. El malecón en si, el espacio donde desfila el carnaval, las motos en su semana y los maratones y triatlones Pacífico, con más de una docena de monumentos a lo largo de sus veintiún kilómetros es otro de los grandes espacios que no podemos olvidar mencionar. Visitemos, rescatemos y promocionemos estos espacios, seamos mazatlecos o visitantes, pues en ellos está ese acento distintivo que eleva al puerto a una categoría que bien se merece.
Publicado originalmente en docediezmeraz el 29 junio, 2015