Las fortalezas y vulnerabilidades del puerto y sus habitantes, los han llevado a pasar por crisis sociales, económicas, e incluso medicas, desde que se estableció entre los pantanos y marismas de una península a merced del mar. Sin embargo, la terquedad y obstinación de sus primeros ocupantes y descendientes, quienes veían y mostraron las ventajas de vivir aquí, los hizo preferir Mazatlán sobre otros sitios, quizá más seguros. Con el tiempo se superaron las pruebas, se previnieron las catástrofes, y se engrandeció al puerto, que con cada amenaza o ataque frontal fue aprendiendo, mejorando sus tácticas, manteniendo seguros a sus habitantes y visitantes. A continuación leerás una breve reseña de estos virus que casi destruyeron a Mazatlán y ahora son anticuerpos.
1. Los bucaneros
En epocas coloniales, la ruta que seguía la Nao de China, uno de los barcos mercantes más importantes de la flota española, colocaba a la despoblada bahía de Mazatlán en una situación estratégica, aprovechada por los piratas desde el siglo XVI. Thomas Cavendish, fue el más conocido de los que utilizaron las islas y aguas del puerto para alistarse y esperar el momento propicio para atacar, sin afectar a las poblaciones cercanas. Esta relación pacifica entre los mulatos, vigías del puerto, y sus temibles visitantes cambió cuando estos se fijaron en las minas de la sierra sinaloense. Un centenar de ellos llegaría hasta el presidio de Mazatlán (Villa Unión) incendiando sus casas e iglesia, en 1687. Estos asaltos continuarían por cinco años.
2. Las invasiones extranjeras
Tras la independencia de México, Mazatlán era, como otros puertos de importancia económica del siglo XIX, un punto vulnerable ante cualquier ataque extranjero. Las dos guerras internacionales en las que combatió a Estados Unidos y Francia, afectaron de manera particular al puerto, donde la principal autoridad no era más comercial que política y más extranjera que mexicana. Con excepción de la heroica batalla del 31 de marzo de 1864, cuando el regimiento del puerto venció la primer tentativa de ocupación francesa, casi siempre las autoridades nacionales abandonaban la defensa del puerto por falta de artillería, dejando las negociaciones de paz a la población, quienes optaban por una curiosa neutralidad hacía los invasores.
3. Las epidemias
Cuando los mazatlecos del agosto de aquel 1883 se aglutinaron en los muelles para ver llegar y aplaudir a la gran diva de la ópera mexicana, ni siquiera se imaginaban el otro visitante que venia en el mismo barco. Ángela Peralta no alcanzó a exponer su virtuosismo en el teatro que hoy lleva su nombre, al perder la batalla, como gran parte de su compañía y un cuarto de los mazatlecos, contra la fiebre amarilla. Esta trágica enfermedad estuvo precedida por un cólera morbus de 1849, tras el cual se necesitó abrir el primer panteón del puerto con una fosa común, y fue sucedida por la peste bubónica de 1902 y 1903, por la que Romanita de la Peña decidió crear un orfanatorio para los niños sobrevivientes de aquella catástrofe.
4. Las guerras civiles
Aunque el puerto se encontraba fuera del escenario político de México, algunas luchas por el poder si llegarían hasta estas latitudes. La primera de importancia fue el sitio del 3 de abril de 1859, cuando Ignacio Pesqueira, del bando juarista, derrota a Manuel Arteaga en la entonces capital del estado. El bloqueo durante la revolución mexicana sería el más prolongado -de octubre de 1913 a agosto de 1914-, durante el cual Mazatlán fue bombardeado en varias ocasiones, situación que alarmó a los comerciantes extranjeros que buscaron constantemente un arreglo con los revolucionarios, hasta la victoria de los constitucionalistas bajo el mando de Ángel Flores en la batalla de Olas altas el 9 de agosto de 1914.
5. Los huracanes
Corría el año de 1943 cuando, cerca de Villa Unión, una fuerte tormenta se transformó en el huracán Mazatlán. El puerto ya había vivido tormentas, ciclones y huracanes desde su poblamiento, algunos tanto o más devastadores que el que llevó su nombre, sin embargo este pasó a la historia por tener como testigo al reconocido caricaturista Walter Disney, quien estuvo a punto de seguir el destino de Ángela Peralta si no hubiese sido por una rápida evacuación que lo mantuvo a salvo por tres días en el hotel Belmar. Después de 1975, cuando el huracán Olivia repitió aquella hazaña, los devotos mazatlecos colocaron una virgen en los embarcaderos para que protegiera al puerto y a los porteños de estos fenómenos incontrolables.
Autor: Fernando Meraz Fuente: DoceDiezMeraz.wordpress.com